El uso indebido de la metanfetamina en forma prolongada tiene muchas consecuencias negativas, incluida la adicción, que es un trastorno crónico y recurrente caracterizado por la búsqueda y el consumo compulsivo de drogas y acompañado de cambios funcionales y moleculares en el cerebro.
Como sucede con muchas drogas, la tolerancia a los efectos placenteros de la metanfetamina ocurre cuando se consume repetidamente. Las personas que consumen metanfetamina en forma indebida a menudo necesitan tomar dosis más altas de la droga, tomarla con más frecuencia o cambiar la forma de consumo para obtener el efecto deseado. Los consumidores crónicos de metanfetamina pueden tener dificultad para sentir cualquier otro placer que no sea el derivado de la droga, lo que intensifica el abuso. La abstinencia de la metanfetamina ocurre cuando un consumidor crónico abandona el consumo. Los síntomas de abstinencia incluyen depresión, ansiedad, fatiga y un deseo intenso de consumir la droga.
Además de ser adictos a la metanfetamina, los consumidores crónicos pueden presentar síntomas que pueden incluir ansiedad intensa, confusión, insomnio, fluctuación del estado de ánimo y comportamiento violento. También pueden presentar una serie de características psicóticas, entre ellas paranoia, alucinaciones visuales y auditivas y delirios (por ejemplo, la sensación de que tienen insectos caminando debajo de la piel). Los síntomas psicóticos a veces pueden durar meses o años después de que una persona ha dejado de consumir metanfetamina en forma indebida, y se ha demostrado que el estrés precipita la recurrencia espontánea de la psicosis de la metanfetamina en quienes tenían síntomas psicóticos cuando consumían la droga.
Estos y otros problemas reflejan cambios importantes en el cerebro causados por el uso indebido de la metanfetamina. Los estudios de neuroimagen han mostrado alteraciones en la actividad del sistema de dopamina que están asociadas con una disminución de la velocidad motriz y el deterioro del aprendizaje verbal. Los estudios en consumidores crónicos de metanfetamina también han revelado serios cambios estructurales y funcionales en áreas del cerebro asociadas con la emoción y la memoria, lo cual puede explicar muchos de los problemas emocionales y cognitivos que se observan en estas personas.
La investigación en modelos de primates ha revelado que la metanfetamina altera las estructuras cerebrales que intervienen en la toma de decisiones y afecta la capacidad de suprimir los comportamientos habituales que se han vuelto inútiles o contraproducentes. Los dos efectos estaban correlacionados, lo que sugiere que el cambio estructural subyace a la disminución de la flexibilidad mental. Estos cambios en la estructura y la función cerebral podrían explicar por qué la adicción a la metanfetamina es tan difícil de tratar y tiene una posibilidad considerable de recaída en etapas tempranas del tratamiento.
Recuperación de los transportadores de dopamina del cerebro en consumidores crónicos de metanfetamina
El consumo indebido de metanfetamina reduce en gran medida la adhesión de la dopamina a sus transportadores (resaltados en rojo y verde) en el estrato, un área cerebral importante para la memoria y el movimiento. Con abstinencia prolongada, los transportadores de dopamina en esta área se pueden restaurar.
También se ha demostrado que el uso indebido de metanfetamina tiene efectos negativos sobre las células cerebrales no neuronales, llamadas microglias. Estas células promueven la salud cerebral defendiendo el cerebro contra los agentes infecciosos y eliminando las neuronas dañadas. Sin embargo, demasiada actividad de las células microgliales puede atacar a las neuronas sanas. Un estudio en el que se usaron imágenes del cerebro reveló más del doble de los niveles de células microgliales en personas que anteriormente consumían metanfetamina en comparación con personas sin antecedentes de uso indebido de la droga, lo que podría explicar algunos de los efectos neurotóxicos de la metanfetamina.
Ciertos efectos neurobiológicos del uso indebido crónico de la metanfetamina parecen ser, al menos, parcialmente reversibles. En el estudio que acabamos de mencionar, la abstinencia de metanfetamina dio como resultado un menor exceso de activación microglial con el tiempo, y los consumidores que no habían consumido metanfetamina durante 2 años exhibieron niveles de activación microglial similares a los de los sujetos de control del estudio. Un estudio similar reveló que mientras que los marcadores bioquímicos para viabilidad y daño neurológico persisten en el cerebro durante 6 meses de abstinencia de la metanfetamina, esos marcadores regresan a la normalidad después de un año o más sin consumir la droga. Otro estudio de neuroimagenología reveló recuperación neuronal en algunas regiones del cerebro después de una abstinencia prolongada (14 pero no 6 meses).Esta recuperación se asoció con un mejor desempeño en las pruebas de memoria motriz y verbal. La función en otras regiones del cerebro no se recuperó ni siquiera después de 14 meses de abstinencia, lo que indica que algunos cambios inducidos por la metanfetamina son muy duraderos. El consumo de metanfetamina también puede aumentar el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, que puede causar daños irreversibles en el cerebro. Un estudio reciente incluso reveló una mayor incidencia de la enfermedad de Parkinson entre los antiguos consumidores de metanfetamina.
Además de las consecuencias neurológicas y conductuales del uso indebido de la metanfetamina, los consumidores habituales también sufren efectos físicos, como adelgazamiento, caries dentales graves, pérdida de dientes (“boca de metanfetamina”) y llagas en la piel. Los problemas dentales pueden deberse a una combinación de mala nutrición y mala higiene dental, así como a la sequedad de la boca y el rechinamiento de los dientes causados por la droga. Las llagas cutáneas son el resultado de rascarse para deshacerse de los insectos que los consumidores de metanfetamina se imaginan que caminan por debajo de la piel.